Dicen que aquí la vida no vale nada, que
busque como irme para otro lado, por ejemplo, España, donde el euro si pueda
pagar por mis servicios.
En mis pechos todavía hay leche caliente y
sudor agridulce para amantar a los cinco hijos que tengo, cada uno con más
deficiencias que el anterior.
El caso es que … no hay caso, a veces pienso
que …no pienso… y lo que pienso es que no me tengo que agüevar porque son
varoncitos mis hijos y sé que ellos sufren menos que las mujeres.
Y no me agüevo, me consuelo, si cuando él se
crio lo hizo con agüemasa, y sus hermanos
iban con el mismo uniforme a la escuela, unos en la mañana y otros en la
tarde y conoció su primer par de zapatos a los 16 años y eran burros como para
caminar en tres vidas.
Conocí mi primer hombre a los 12 años y el
quinto hijo lo tuve a los 16, que coincidencia, aunque digan que las hijas y
los papas no tenemos nada en común, además como los zapatos de mi papa yo
también soy burra, o por lo menos eso dicen.
Aunque digo que no pienso, pensándola bien, me
acuerdo de su propuesta, chavala igual que yo, me dijo que nos fuéramos juntas
para España, que allí pagan bien, que pusiéramos las escrituras de la casa ….
-Pero y
mis chigüines y mi papa….no loca no puedo-le dije-aunque quiera prefiero que nos muramos de hambre juntos.
Una semana completa insistió la maje, al final
no nos fuimos porque la terminaron corriendo de su casa.
Un catre viejo la recibió, era lo único que
tenía que ofrecerle y de alimento leche caliente y sudor agridulce, porque al
igual que a mis hijos a ella también la amamanté para que no muriera de hambre.
Bastaron 30 días y 30 noches para que
creciéramos juntas y descubriéramos que los techos de cartón no se mojan solo
con la tristeza de la lluvia, todo lo contrario, se mojan con el descubrimiento
de dos mujeres con hambre de afecto.
Porque no voy a repudiar los hípicos
Porque no voy a repudiar los hípicos
Si vienen
con irá y calamidades,
Ayer lo
vi:
Y
desciende la gente blanca
Montada
en sus caballos.
La música
explota en los oídos de la otra gente:
Menuda y
morena,
Gorda y
negra,
India y
marica,
Blanca y
pelo crespo.
La música
explota en los oídos
de la
otra gente…
y las
calles hieden a cerveza
y las
camisas a cuadros, sombreros y botas puntudas
hacen eco
en las mentes infantiles.
A algunas
mentes adultas
Ya
carcomidas nos queda la doble moral:
Para
volar lejos,
Para
volar verga.
Porque en
el pueblo pequeño y polvoso,
El año
nuevo es sinónimo de hípico, de misa y alcohol.
Ya
vienen, ya vienen,
Ya vienen
el hombre y la mujer
Montados
en caballos o en camionetones.
La mujer
con alto sombrero y pelo pistoleado
El hombre
con alta pistola escondida
Por si
alguien lo quiere joder…
Ya
vienen, ya vienen los que se parecen a los santos.
La obra gris.
Sandalias
y espinas, el agua y el moho de la mano. Un viento se lleva su cabeza
desbaratada.
Muchos
poemas en tu nombre, a mí me los escriben viva, que coincidencia.
¿Qué te llevamos a la tumba en este día?
Revistas,
espectáculos
¿Quién
tiene el derecho de entregar tu cuerpo?
¡La womensaphiens
que no llora, escritora,
quisiera
escribir en francés tanta admiración!
También
amo el dinero sobre todo para pagar por sexo.
A vos te
sacan los sacos de comida,
la
postiza rodeada de pollos: yugular sin sangre, a mí el veneno del estómago,
estoy a
punto de echar espuma por la boca.
Tus
dientes apestan a piedra, a tubos,
mi hígado
a insensateces, penetraciones que no recuerdo.
Soy
pesada física y emocionalmente por eso me detestan,
no creas,
ser indígena es un negocio, una capacidad especial para vender revistas y
espectáculos.
A mi casa
no les interesa ir, es monótono el bacanal, mestizo, para ir a donde vos hay
aventura, especies en peligro de extinción. SOS ESPECIE EXTINTA.
Re-cortes periódicos.
Mi fe:
Supermercado.
Erosionada
yo.
Rasco los
huevos que pone la iglesia y el gobierno
por
última vez sobre el traje del bautismo,
el de
primera comunión, el uniforme de la escuela, el de los quince años,
el velo
del casamiento.
Huelo mis
manos
y siento
el rancio de sus años residentes en mi cuerpo.
El café y
la leche hirviendo no me queman,
yo quemo
tu raja de leña cuando entra a mi horno.
¿Con qué
valor extirpé las hernias discales de tu columna?
¿Con qué
valor aguantaste la cabalgata que pegué sobre tu angustia?
Te
paralizo con mi lengua,
ahora soy
más insolente y malcriada
y me creo
la gran cosa.
Le voy
contar al comité inquisidor de la ciudad en que echaste raíces
que me
distes besos negros desalinizando cada gota de calor.
Machaco
cebolla en tus ojos
y atizo
el fuego del espíritu de contradicción.
Mi precio
se dispara, un difícil trance para la economía:
filas de
gente pidiendo sexo, teatro y poemas
en
bacinillas de hospital.
y dirán
no es digna ni de la mierda de los chanchos
pero
querrán oír las malas palabras,
para
entonces estaré lejos,
putiando
para otro menú, en otra ciudad.
No me
interesa ser la señora de la ciudad
Colonia
en pleno auge
Siglo del
turismo y la migración.
No quiero
ir vestida con trajes al estilo chica da silva
o María
la del barrio,
en transición
clase mente social.
¿Qué más
da?
No tengo
la casa construida con el esfuerzo de la migración a España
DEJEN DE JODER NO ME INTERESA
La calle
central y la actriz de teatro no me tientan
Porque el
barro me resquebrajó
ese
tuquito de mierda
que sembraron
en mí cabeza
y camino
descalza con espinas en los talones,
llena de
augurios para los días venideros.
Llora
feliz la zarigüeya por sobrevivir un día más al pie del cerro.
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Sarahí
Mendoza: Somoto, Madriz, 1989, actriz de teatro, narradora oral, fotógrafa
aficionada. Carga una profunda necesidad de expresar lo que le duele,
actualmente explora su identidad ETNOFETICHITISTA.
Fotografias proporcionadas por Sarahí Mendoza.
Fotografias proporcionadas por Sarahí Mendoza.
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