8 de junio de 2017

Poemas de Sarahí Mendoza

Sarahí Mendoza.
Somoto, Madriz. 1989.









Pura vida…Mujer.

Dicen que aquí la vida no vale nada, que busque como irme para otro lado, por ejemplo, España, donde el euro si pueda pagar por mis servicios.
En mis pechos todavía hay leche caliente y sudor agridulce para amantar a los cinco hijos que tengo, cada uno con más deficiencias que el anterior.
El caso es que … no hay caso, a veces pienso que …no pienso… y lo que pienso es que no me tengo que agüevar porque son varoncitos mis hijos y sé que ellos sufren menos que las mujeres.
Y no me agüevo, me consuelo, si cuando él se crio lo hizo con agüemasa, y sus hermanos  iban con el mismo uniforme a la escuela, unos en la mañana y otros en la tarde y conoció su primer par de zapatos a los 16 años y eran burros como para caminar en tres vidas.
Conocí mi primer hombre a los 12 años y el quinto hijo lo tuve a los 16, que coincidencia, aunque digan que las hijas y los papas no tenemos nada en común, además como los zapatos de mi papa yo también soy burra, o por lo menos eso dicen.
Aunque digo que no pienso, pensándola bien, me acuerdo de su propuesta, chavala igual que yo, me dijo que nos fuéramos juntas para España, que allí pagan bien, que pusiéramos las escrituras de la casa ….
-Pero y mis chigüines y mi papa….no loca no puedo-le dije-aunque quiera prefiero que nos muramos de hambre juntos.
Una semana completa insistió la maje, al final no nos fuimos porque la terminaron corriendo de su casa.
Un catre viejo la recibió, era lo único que tenía que ofrecerle y de alimento leche caliente y sudor agridulce, porque al igual que a mis hijos a ella también la amamanté para que no muriera de hambre.
Bastaron 30 días y 30 noches para que creciéramos juntas y descubriéramos que los techos de cartón no se mojan solo con la tristeza de la lluvia, todo lo contrario, se mojan con el descubrimiento de dos mujeres con hambre de afecto.

Porque no voy a repudiar los hípicos
Si vienen con irá y calamidades,
Ayer lo vi:

Y desciende la gente blanca
Montada en sus caballos.

La música explota en los oídos de la otra gente:
Menuda y morena,
Gorda y negra,
India y marica,
Blanca y pelo crespo.
La música explota en los oídos
de la otra gente…

y las calles hieden a cerveza
y las camisas a cuadros, sombreros y botas puntudas
hacen eco en las mentes infantiles.

A algunas mentes adultas
Ya carcomidas nos queda la doble moral:
Para volar lejos,
Para volar verga.

Porque en el pueblo pequeño y polvoso,
El año nuevo es sinónimo de hípico, de misa y alcohol.

Ya vienen, ya vienen,
Ya vienen el hombre y la mujer
Montados en caballos o en camionetones.

La mujer con alto sombrero y pelo pistoleado
El hombre con alta pistola escondida
Por si alguien lo quiere joder…

Ya vienen, ya vienen los que se parecen a los santos.



La obra gris.

Sandalias y espinas, el agua y el moho de la mano. Un viento se lleva su cabeza desbaratada.
Muchos poemas en tu nombre, a mí me los escriben viva, que coincidencia.

¿Qué te llevamos a la tumba en este día?
Revistas, espectáculos

¿Quién tiene el derecho de entregar tu cuerpo?
¡La womensaphiens que no llora, escritora,
quisiera escribir en francés tanta admiración!

También amo el dinero sobre todo para pagar por sexo.

A vos te sacan los sacos de comida,
la postiza rodeada de pollos: yugular sin sangre, a mí el veneno del estómago,
estoy a punto de echar espuma por la boca.

Tus dientes apestan a piedra, a tubos,
mi hígado a insensateces, penetraciones que no recuerdo.

Soy pesada física y emocionalmente por eso me detestan,
no creas, ser indígena es un negocio, una capacidad especial para vender revistas y espectáculos.

A mi casa no les interesa ir, es monótono el bacanal, mestizo, para ir a donde vos hay aventura, especies en peligro de extinción. SOS ESPECIE EXTINTA.





Re-cortes periódicos.

Mi fe: Supermercado.
Erosionada yo.

Rasco los huevos que pone la iglesia y el gobierno
por última vez sobre el traje del bautismo,
el de primera comunión, el uniforme de la escuela, el de los quince años,
el velo del casamiento.
Huelo mis manos
y siento el rancio de sus años residentes en mi cuerpo.

El café y la leche hirviendo no me queman,
yo quemo tu raja de leña cuando entra a mi horno.

¿Con qué valor extirpé las hernias discales de tu columna?
¿Con qué valor aguantaste la cabalgata que pegué sobre tu angustia?

Te paralizo con mi lengua,
ahora soy más insolente y malcriada
y me creo la gran cosa.

Le voy contar al comité inquisidor de la ciudad en que echaste raíces
que me distes besos negros desalinizando cada gota de calor.

Machaco cebolla en tus ojos
y atizo el fuego del espíritu de contradicción.

Mi precio se dispara, un difícil trance para la economía:
filas de gente pidiendo sexo, teatro y poemas
en bacinillas de hospital. 

y dirán no es digna ni de la mierda de los chanchos
pero querrán oír las malas palabras,
para entonces estaré lejos,
putiando para otro menú, en otra ciudad.

No me interesa ser la señora de la ciudad
Colonia en pleno auge
Siglo del turismo y la migración.

No quiero ir vestida con trajes al estilo chica da silva
o María la del barrio,
en transición clase mente social.

¿Qué más da?
No tengo la casa construida con el esfuerzo de la migración a España
DEJEN DE JODER NO ME INTERESA

La calle central y la actriz de teatro no me tientan
Porque el barro me resquebrajó
ese tuquito de mierda
que sembraron en mí cabeza
y camino descalza con espinas en los talones,
llena de augurios para los días venideros.
Llora feliz la zarigüeya por sobrevivir un día más al pie del cerro.

________________________________________________________________________________________________________

Sarahí Mendoza: Somoto, Madriz, 1989, actriz de teatro, narradora oral, fotógrafa aficionada. Carga una profunda necesidad de expresar lo que le duele, actualmente explora su identidad ETNOFETICHITISTA.

Fotografias proporcionadas por Sarahí Mendoza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario