19 de octubre de 2017

Poemas - Cynthia Thais Alfaro Sandoval



Cynthia Thais Alfaro Sandoval
(Managua Junio de 1998 )





Canto a las fantasmas

Me parte en dos los gritos de medianoche,
vociferados por niñas de vestidos muy nobles
con los ojos convertidos en cristal
y la lengua llena de zacate y sal.

Busco a la mujer que se ha perdido
por esa calle rancia como el vino,
de sus labios obligados a dar sorbos,
arrancadas sus medias entre tantos sollozos.

Qué se puede hacer con las piernas moradas,
qué se puede hacer con los pechos pintados
de clorídeo y un viaje agrio
al cruzar puentes ensangrentados.

Arde mi vientre por el llanto lunar
que pare con rabia un recuerdo infernal
al ser carne, dolor, propiedad
de las manos de un vil ancestral.

Iban matando doncellas y perforando sus siluetas,
empeñando sus cuerpos por un par de monedas.
Lloriquean las fantasmas con mejillas grisáceas,
cantando sus finales, cantando a la nada.

Siguen merodeando las fantasmas,
¡ay, marchitas pestañas de golondrinas!
Temen a los pasos que pronto las visitan
tras las risas de un maldito femicida.


Migajas

Tengo escarabajos en los labios
que asfixian palabras
cuando propinás tus amenazas
contra la pared,
la calle,
la almohada,
al no saber cuál me duele más.

Vos me arrebataste la vida
al cortar mi sueño umbilical
porque no resulté una hija,
una risa,
una artista,
y tan sólo conjuro un inmenso dolor.

Mis abéñulas fueron cortadas
al vociferar cómo destruiste el hogar
de aquel fantasma maternal
que una vez llegó a mi puerta,
mi arena,
mi celda,
y más nunca sintió amadas sus alas.

Ideaste culpas que adiestraban
dónde las brujas no calzaban
por golpes en ¡diablos! esta espalda,
esta cama,
esta aura,
dedicando tus noches a ver errores.

A la merced de “aborrezco tus regresos”,
más que las ilusas incomprensiones
de resguardar tu rostro del hielo
al no escupir tus insectos,
tus golpes,
tus miedos,
porque odiás que no seré vos.


Enciendo una pipa

Enciendo una pipa
para el hastío universo de mentiras,
la carne podrida
de los elitistas,
la prostitución del pueblo
que consigue
panes con sus rezos,
los bigotes
del usurpador de mis sueños,
el chakra,
la mandala,
la calma
de una maga
de cuarenta años.

Enciendo una pipa
para un temblor que no pasa,
los vestigios
de una entraña bucólica,
mis virginidades
succionadas de plata
en una calle desconocida
por tus hijos
tus obispos
y tus presos,
porque nunca titulaste
a la desdicha,

Enciendo una pipa
para los piececitos muertos,
la pinza del suicidio,
la politiquería
de los medios,
una bailarina renca
en el cabaret,
el punto final
del “Poema III”,
la rancidez
y mi desdén
aunque la culpa
me carcoma a piezas
por un fallo
en fumar
el dolor ajeno
de estos lechos.



Agonía I

Comprendo la dolencia
del niño acuchillado
por la negligencia
de un puerco
autoproclamado
“Salvador de los pobres”
que entrega remesas
a cambio de piernas
o bocas frescas
porque nadie acepta
la ceguera
de mi tierra muerta
al colocar velas
a un cerebro imaginario
en la podredumbre
de la fe.




Monomanía de vos

Ciertamente, no sos el hombre
del laberinto eterno
que me había inventado.

No sos la ráfaga de viento
detrás de mi ventana
cuando danzo desnuda.

Y yo, que no construí
las fisuras de mis labios
con tus letras de antaño.

No autoricé una indefensión
ante el huracán
que entregó tu astucia.

Si bien sé que estás hecho
de tiempos perfectos,
de aplausos, brebajes y libros contados.

Reconozco la utopía
fabricada en tus pestañas
para anular el temor de las noches
cuando no encuentro mis manos.

¿Quién explica la insensatez
de esta atadura?
Si tu boca sabe a tormenta
y me estoy ahogando;
tras perder mi rastro
al dedicarme firmemente
a la monomanía de vos.


Cynthia Thais Alfaro Sandoval nació el sábado 13 de junio de 1998 en Managua, aunque su crianza tiene alma masayense.
Sus letras se exhiben sigilosamente en el sitio web de poesía fotográfica Versos de Crystal, la sección “Parto sin Parteras” del periódico digital Nuevas Miradas –donde es redactora integral- y en su blog Delirio Místico.
Es co- creadora del poemario, sobre salud mental, Desde mi Ventana. Además, escribió y dirigió los cortometrajes “Las Sombras” y “Saudade”; este último originado de su guion teatral.
Actualmente cursa tercer año de Comunicación en la Universidad Centroamericana UCA; mientras deambula entre cafunés imaginarios, mandalas para la ansiedad y catarsis por las noches.


27 de septiembre de 2017

NOCHES DE FOGATA - Un cuento de Ulises Juárez Polanco




“La muerte del autor como descubrimiento o redescubrimiento, como nacimiento —no a manera de vuelta, no hay volver cuando se muere, sino es tan sólo una forma de decirlo—; es decir, se vuelve atemporal y al mismo tiempo presente.

La desaparición física del autor lo hace presente, y de esta forma se desentierra, se levanta desde la profundidad de su tumba donde permaneció todo su tiempo de vida, y así regresa, asomando la cabeza y hablando por primera vez, para muchos, las mismas palabras que dijo siempre.
(…)
Por eso no vale la pena llorar la pérdida de tal o cual autor, porque en realidad ésta no existe, por el contrario, si a su muerte renace, podemos estar seguros que jamás se irá de nosotros, porque la vida es todo eso que no vemos, lo que se esconde detrás de nosotros mismos, en este caso, atrás de esa danza energética que se da al interior de cada uno de los libros de esos muertos tan vivos que siguen dialogando con nosotros los lectores.

Juan Mireles
Escritor Mexicano



NOCHES DE FOGATA

Ulises Juárez Polanco 
Nicaragua

Detrás de ti quedan ahora cosas despreocupadas, dulces.
Pájaros muertos, árboles sin riego.
Una hiedra marchita. Un olor de recuerdo.
 No hay nada exacto, no hay nada malo ni bueno,
 y parece que la vida se ha marchado hacia el país del trueno.
        Joaquín Pasos, “Canto de guerra de las cosas

 Nadie recuerda, niños, cuando comenzó el hambre, los hombres de entonces estaban ocupados de cosas más importantes, como el tamaño de sus pantallas de televisión o el resultado de un juego de fútbol. El más anciano de nosotros, el Abuelo, comparte estampas de aquellos años, cuando era cipote y todavía distinguía a los márgenes de las carreteras parcelas de tierra siendo sembradas y cosechadas por los campesinos, los jóvenes jugando en los ríos y los árboles abrazando el camino. Ahora ya no hay carreteras, ni campesinos, mucho menos cultivos, árboles ríos. Queda la tierra, el polvo que nos cubre. Una extensión de predios sin límites y el polvo que llena todo lo que lo que el ojo ve. El Abuelo vivió ese cambio. Sus padres, dice él, no sabían lo que hacían, creyendo que aún había tiempo, y que otros, si volteaban la mirada, harían algo por ellos. Nadie hizo nada. Ahora tiempo es todo lo que sobra, y está cubierto de polvo  como nosotros

Los primeros cambios se dieron en la organización de las ciudades. Cuando el hambre era ya evidente las prioridades cambiaron. Todos comenzaron a discutir la importancia de las autoridades, que, sin proveer comida o agua, restringían la búsqueda de estas. Sin ningún congreso, sin ningún plenario o votación, la población rechazó a las autoridades. Alguien sugirió que se transfiriera el poder a los faquires, y que ellos gobernaran, por ser dignos de una actitud asceta que les permitía pasar largas temporadas sin ingerir alimentos. Si alguien era capaz de evitar que el hambre nos atrapara serían ellos. Pero teníamos demasiados faquires, y resulta que los faquires después de todo también comen.

Comenzó la anarquía y el hambre nos llevó al caos. No me confundan, niños, digo “nos llevó al caos”  pero ustedes no hicieron nada, fueron ellos, los otros, los de entonces. Los más fuertes se adueñaron de lo que había, del agua y provisiones de las ciudades. Pero lo que había era finito, tenía límites. Y cuando las reservas también se acabaron, la desesperación creció. Fue entonces cuando regresamos a nuestras formas primitivas, la del hermano cazador y la del hermano recolector. Escapamos de las ciudades y regresamos al campo, a lo que aún quedaba de los bosques. ¿Ustedes recuerdan, niños, las fotos de los bosques que en las noches de fogata les mostramos? Eran grandes, o no tan grandes, pero eran. Les dije que el hambre nos llevó al caos, pero ahora pienso que es todo lo contrario: en nosotros siempre estuvo el caos que nos trajo al hambre.

El hambre que tienen es hosca, lo sé, pero deben escucharme. Cuando las ciudades sucumbieron y los bosques eran nuestros refugios la organización cambió. Ni presidentes ni alcaldes, ni límites entre ciudades. Nos formamos en manadas, como animales salvajes, y comenzamos a deambular errantemente, cada una con un guía o persona alfa. Nuestra naturaleza primitiva resurgió. Con el éxodo, los edificios se convirtieron en ruinas, depósitos de concreto demasiado lejos de donde podíamos encontrar algo que comer. Elementos que considerábamos indispensables se convirtieron en chatarra y fueron olvidados, pendientes todos de satisfacer la necesidad básica: comer. Con el caos y el hambre, no había teléfonos o Internet, a nadie le importaba qué ropas llevaras encima o la marca de tus zapatos. Lo básico: comer. Supongo, niños, que ustedes comprenden esto que les digo. En los bosques, cuando todavía había bosques, o en los campos, cuando todavía había campos, fuimos poco a poco encontrando otro modo de vida, uno más simple pero efectivo. Cazábamos, o recolectábamos, o recuperábamos, cuando todavía era posible recuperar provisiones olvidadas, y todo lo logrado se repartía entre todos. Fuimos más eficientes, más justos, fuimos un poco felices. Así sobrevivimos varios años, como insectos que a los lejos divisan una luz y van directo a ella, esperando sea verdadera. Pero antes del hambre ya habíamos descuidado el campo. Ya el hambre se había instalado fuera de las ciudades, pero en las ciudades no lo sabíamos, o no nos importaba. Ya el hambre se había apropiado de nosotros, incluso antes que ella llegara. Y lo poco que había aquí afuera mermó.

Algunas manadas nos reencontramos, perplejos de la aridez absoluta. No encontrábamos animales para cazar y la tierra solo producía tierra. Para aquel entonces el Abuelo ya era padre, y temía por sus hijos. El polvo apareció de la nada, como una lluvia fantasmagórica que cayó de lanada. Neblina perpetua de tierra que impedía las expediciones, si bien sabíamos que detrás de ella no encontraríamos nada. Poco a poco comenzaron a morir hermanos nuestros, por el hambre.

Alguien, en medio de aquel panorama desolador, tuvo la idea que los muertos podían traer vida. A la mayoría les resultó repulsiva esta idea. Otros argumentaron, Libro en mano, que las escrituras mencionan al Profeta invitando a comer el cuerpo de su cuerpo, y comer el cuerpo de un hombre, cualquier hombre, hecho indiscutiblemente a semejanza de su Padre, y por tanto, cuerpo del Profeta también, no iba en contra de ningún código moral o religioso. Y otra vez regresamos a otro estado primitivo, de comernos a nosotros mismos.

Por pudor absurdo, no se devoraba a los muertos de la misma manada, sino de otras. Éramos suficientes manadas, y todas establecidas en áreas no tan lejanas, que cuando alguien enfermaba corríamos a dar a aviso a la otra manada, desde donde nos informaban si ellos también tenían algún proyecto en camino. Las manadas que primero tuvieran proyectos listos intercambiaban entre sí. Sí, les llamábamos proyectos, pero era comida. Yo sé, niños, esto para ustedes es ordinario y les estoy aburriendo, pero hoy es noche de fogata. La subsistencia a base de proyectos, o canibalismo, trajo problemas evidentes. Nadie se preocupaba por los demás de hecho, procurábamos que el prójimo se enfermara, porque eso garantizaba que la otra manada nos proveyera de comida. Pero las manadas fueron reduciéndose, al punto que cada una ya no era de treinta o cincuenta miembros, sino de diez, de doce. Alguna vez aparecía un nicho donde encontrábamos buena tierra, o provisiones vencidas que, después de todo, comíamos desesperados. Pero el caos nos tornó en bestias, y, aterrorizados, abolimos los proyectos. La alternativa fue caminar por los caminos que alguna vez fueron ríos, rezando por encontrar cualquier cosa comible. El estómago ya estaba acostumbrado a comer lo que fuera; y lo que antes era basura, ahora era comida. El tiempo se dejó de medir como antes, como hacían los de entonces. Ya no importa si es viernes, o lunes, o si es trece de mayo o diez de enero. Ahora importa cuántos días han pasado desde la última vez que comimos debidamente. Y contamos así dos días, cinco días, doce días, veinte días, y si llega al mes, y no hemos ingerido la comida justa, hacemos noches de fogata, y recordamos cómo empezó todo, aunque ya nadie recuerde cuándo comenzó el hambre.

Recordamos cómo comenzó todo, para que ustedes, nuestros hijos, les cuenten a los hijos de nuestros hijos nuestra historia, porque nosotros tenemos que partir. Cada proyecto provee de comida a diez personas, y nuestra manada tiene veinte. ¿Recuerdan cómo el Abuelo cuenta de su lucha con una bestia salvaje que le arrancó el brazo? La bestia salvaje fui yo, desesperado porque ustedes comieran algo. Así descubrimos lo primitivo de nuestra naturaleza. Hoy es noche de fogata y debemos hacer lo que debemos hacer. Hace unos minutos hicimos la rifa, y el Abuelo y yo tenemos que partir, por ustedes.


Cuando lleguen a viejos, respetarán la piedra, si es que llegan a viejos, si es que entonces quedó alguna piedra. Aunque nadie recuerde cómo comenzó el hambre, ustedes contarán la historia.

6 de septiembre de 2017

Poemas- Solange Saballos

Solange Saballos (Managua, 1992). 

Ladrona 

Prefiero bailar en el filo de tus manos
para no caer en el pozo de tus palmas ni
darte ocasión de jactarte de mis sentimientos
de plastilina.

Prefiero estar en el alféizar de la ventana, 
presta a lanzarme,
mientras esperás que caiga
en la trampa de tus brazos al otro lado.

Prefiero entrar en tu ser de modo
inolvidable y robar tus prendas 
a que consigas algo de más  que ver a través
del cristal de mis ilusiones.

Prefiero correr, trepar paredes, huir y
nunca ser tuya, con tal de 
palpar la adoración y devoción que
se expresa en tu frustración por tenerme.

Soy ladrona de sentimientos, tu dama
inalcanzable, la que esta fuera de tus ligar, 
tu eterna fugitiva...
Y aunque no podas dominarme jamas, 
tenés algo que ninguno de mis 
demás adoradores tiene...

Mi preciado "amor".

Unos tragos de más



Hay que conocerse
                             más alla
de unos tragos 
                            de más.

Seamos buenos conocidos
¡No!, seamos de los mejores:
en los que han cosechado dicha
en escasos encuentros.

Mirame, sin enfocarme.
Mirame, difuminada.
Mirame, ausente de mi.

Hay que dejarse llevar
                                   más allá
de la fantasía
                      inconcreta.

Con abstraerse no se consigue
más que 
...Olvidarse...
           De lo correcto.

¿ Aún no lo comprendés ?
Des-cri-fra-lo.

Fabricadas de dudas
Saborizadas de alocohol
Prediseñadas. Expectantes.

Te imponías
con la obligación
del cigarro prendido:
-Está encendido. Hay que fumarlo.

¿ Es la tentación del capricho
             confundible
con la certeza del querer ?




Inflorescencia nostálgica

Ella es un girasol que voltea su flor
en cada esquina, cada parada
donde los rayos matinales
iluminan sus historias
con ese alguien de turno.

De esos lugares regados de brácteas
removidas por promesas de aire.
Ya no hay más que uno o varios
recuerdos que arrancan lágrimas 
                                                             a la memoria.

Por eso, 
recogí granos reminiscentes
de las mejores que pude hallar
entre los despojos.

Y asi poder sembrar
una carcajada desengañada.
A cada lugar donde vaya.

Ser en la soledad

      La flor que ríe al contar

                                   Los pétalos inocentes ahora ausentes.



Memoria popular reseteada

Soy un ser sin memoria
La revolución popular
no se impuso, heroica
dentro de mi imaginario
colectivo
infantil

Me contaron de un mal sueño
Un dormir con desasosiego
Dolores de espalda
en la cama de recuerdos
que nacieron de
ellos.

Esos otros decidieron aislarme
Borrando los buenos recuerdos
- si es que alguna vez los tuvieron-
Y llenaron mi cabecita
de los horrores
cruentas batallas, 
familias separadas, 
Y mentiras socio-comunistas

Vi
echados a la basura
incontables manifiestos
marxistas- leninistas
En nombre del pragmastismo.

Vi 
bibliotecas enteras
ser desdeñadas, 
prohibidas y destruidas
sin poder hacer nada.

Las ideas rescatables fueron
señaladas por la mala praxis
de liders belicos.
Los intelectuales
fueron muertos.

O mártires de utopías
Idolizados o arrumbados
fetichizados.

Mi edad 
estaba vedada a 
interpretar el pasado
Pero pude ver la transición
de siglo a siglo, 
Y tomé como himno
a la revolución digital.

No tardó en oponerse
la generación anterior.
Las peleas que destinaron 
para que los futuros hijos
nacieran en un mundo 
de paz
fueron reemplazadas por 
el rencor y la envidia.

Sistemas socio-económicos opresores
Y la astucia de transformar
las herramientas en un espejo
que no nos devolvía 
nuestra cara 
sino imagen 
definida por ellos, sí, los otros.

Era la que veíamos
surgir del espejo laberíntico
Cómo ser-qué-ser-cuándo-dónde
Resaltados por 100,000 anuncios
parpadeantes, influencers plásticos y
el albor de la era de la mentira
automatizada

El dinero se volvió
más importante aún 
Se convirtió en 
la llave definitiva
para acceder
a nuestra libertad individual

Los sueños revolucionarios populares
Se le dejan reservados, por lástima, 
A unos cuantos idealistas.
A los que puedan pagar por ello. 

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Solange Saballos (Managua, 1992). Escritora creativa y periodista cultural. Creadora del blog Palmereando, dedicado al periodismo cultural independiente. Columnista en Casi literal.

Ha escrito, producido y dirigido dos cortometrajes de bajo presupuesto: “De paso en paso” (2013) y “Unos tragos de más” (2014).

Ha publicado en páginas web y blogs como Soul-Lotus, Noticultura, Política Mente Incorrecto y Yo soy art. Ha llevado clases y talleres de teatro, dirección, narrativa, poesía, periodismo, actuación y guion.

Le gusta dárselas de escritora underground y se apasiona por el arte en todas sus formas. Sus poemas están dispersos por la red.

12 de julio de 2017

Poemas de Cristian Charlot Molina



Cristian Charlot Molina Bello
Jinotepe, Carazo 1978.

"Mi contacto con los libros fue y siempre ha sido a través de las bibliotecas públicas, razón por la cual siempre he agradecido la inmensa y noble labor de los que dirigen estos rincones mágicos"



Evocaciones

Quiero no estar aquí para estar contigo.
En el espacio ausente.
Evoco muecas, casi sonidos.
Lamento el tenue olor de tus suspiros.
La casi nula perfilacion de mis sentidos
Yace el recuerdo, olor dormido.
Quiero habitar en el país de los olvidos
Donde te encuentras, mientras yo vivo
Después iremos a recoger flores.
Te cantare una canción en mi regazo.
 Por ese instante todo ha valido.



Amante

Quiero que me veas como si fuera la primera vez
Que calcules mis hondonadas y llanuras
Amante
Quiero susurrarte una canción de amor al oído Y
Despertar la concupiscencia en tus ojos
Amante
Quiero que dejes la luz encendida, que tu deseo sea
La fuente de mi goce.
Amante
No dejes de sorber todas mis reminiscencias que abundan
En mañanas de amaneceres tenues
Amante
Quiero que poses tu mirada en mi rostro en el eterno agitar de los cuerpos
Desmenuza mis olores e imprégnalos en tu memoria, son el rastro inconfundible de mis deseos
Amante
No solo entres en mi cuerpo, gana el territorio de mi psiquis que es donde más te anhelo.




Levedad

Entre el abrir y cerrar del párpado hay un vacío.
Temprano agujero, atestiguando
el signo perpetuo de la angustia,
Miseria, desconsuelo.
Inmerso en mi mundo interior,
te llevo en el viaje a rincones más seguros, floridos.
Simulación consciente.
Perpetuo anhelo.
Deseo constante para llevar olvido.
A la espera silenciosa.
¿Escuchas algo?
¿Ruido?


La otrora, la que no se queda con nada, esa, la mala.
La que desdoblada finge ser buena, casta.
Sin romper los silencios, enmudecida, casi beata.
Dualidad, mimetizada.
Luego, la verdadera, surge deslizándose como el agua.
Aquella, la que conoces, a la que
Pides tregua. ¡Basta!
Esa, la antigua, la que sin pudor y en calma
Vierte su corazón,
Unos le llaman alma.
Expectación yacente.
Éxtasis.
Amor.
Nada.



Conceptualizando

Padres
Personas desconocidas a las que nunca escogiste.
Escuela
Primer lugar donde te enteras que eres diferente
Iglesia
La fuente de párvulos temores
Cédula
Sin ella no existes
Título universitario
Reconocimiento para ser parte del status quo.
Cónyuge
La elección del intrincado desequilibrio químico corporal.
Amante
Autosugestión que nos hace creer que tenemos libre albedrio
Yo
Una creación de la nada, habitante de nunca jamás.

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Cristian Charlot Molina Bello Jinotepe, Carazo 1978. Abogada y Notaria de Profesión. La otrora se convierte, artífice en búsqueda del sentido a través de las palabras. Ha participado en Talleres de poesía que imparte el Poeta Luis Rocha en La Fundación Luisa Mercado en Masatepe